Por: José de Jesús Tejada Maury
SEQUÍA EN CASANARE
Casanare es uno de los departamentos más grandes en extensión (44.490
kilómetros cuadrados) que representa el 3,9 % del territorio colombiano y el
17,55 % de la Orinoquía colombiana. SE extiende en el piedemonte oriental de la
cordillera oriental de los andes colombianos, pertenece a la región de los
llanos orientales.
Una sequía que afecta el departamento de Casanare ha causado la muerte a
más de 20.000 animales, arruinando cultivos y afectando el abastecimiento de
agua a grandes sectores de la población.
La sequía comenzó en diciembre pasado con temperaturas que oscilan entre 40
y 45 grados centígrados, como siempre las autoridades lo atribuyen al ·”cambio climático”, la
deforestación, la actividad extensiva de
la industria agrícola y petrolera.
No se observa por ningún lado la” explotación minera”.
Las explicaciones dadas por los expertos del gobierno no convencen a nadie,
esto es reflejo de la irresponsabilidad de nuestros gobernantes de turno, desde
la época de la colonia hasta nuestros días, la forma como han venido entregando el país al gran
capital, a cambio de recibir unos pesos, enriquecerse ellos y sus familiares
sin importarle la desgracia de nuestro pueblo, así de sencillo.
¿Por qué tiene que presentarse una sequía de estas, si eso jamás había
ocurrido en la historia?, si el ciclo natural del agua permite que la misma
dinámica haga que estas poblaciones se auto provean de ella para la época de
verano, precisamente de diciembre a finales de abril o comienzos de mayo, por qué se han secado las reservas
que surten a esta población?.
Existen dos respuestas. La primera estriba la muletilla burocrática y
académica de “crecimiento sostenido”, que no es más que una apología a la
“depredación cómplice” con la cual se roban los recursos del país y dejan
empobrecidas a nuestras regiones. La segunda tiene que ver con la pérdida de renovación
del agua en lagunas, ríos y depósitos. El caso de Casanare se observa la falta
de renovación de depósitos de agua y ello no es consecuencia del “cambio
climático”, sino hay que buscarlo en donde en su origen, es decir, el verano ha
secado la reservas del suelo, porque le han cortado el suministro dede su
nacimiento y esto sólo estriba en desvío de corrientes de ríos como lo han
venido haciendo la explotación minera y petrolera y por otro lado la
destrucción de páramos que son los que garantizan la provisión de agua para los
ríos, lagunas y cuerpos de agua que alimentan a las
poblaciones por las cuales pasan estos afluentes.
El pueblo colombiano, con base en el derecho fundamental como lo es la
vida, tiene que pronunciarse ante esta tragedia que es una alerta de lo que le
puede suceder a todas las regiones de Colombia montadas en el viaje en la
locomotora minera, tal como viene sucediendo en otras regiones con la
destrucción de páramos, desvíos de los ríos ya que esto mata a las poblaciones
circunvecinas y por efecto a mediano y largo plazo a todo el pueblo colombiano, el pueblo que se
muera porque así es el plan del gran capital, destruir cuerpos de agua,
páramos, bosques, aquí no interesa el ser humano, negocio es negocio.
No seamos tan tontos en atenernos a que con simples retroexcavadoras van a
construir depósitos para esto, hay que restablecer la circulación del agua y
reconstruir los páramos que hayan depredado, ya que los páramos son los que nos
garantizan el aprovisionamiento de agua para las épocas de verano, a
restituirle el curso a los ríos desviados o secados a propósito con el sofisma
del “calentamiento global”. Hay que mirar a ver qué páramos de la cordillera
oriental han depredado y poner freno a la actividad minera que hasta el
momento eso sólo ha traído perjuicios no sólo para el país, sino que está
atentando contra la vida de todos, esa es la famosa relación costo-beneficio
del “crecimiento sostenido” que ya se empieza a reflejar en la triste y
dolorosa realidad que hoy afrontamos, acabar el agua es destruir la vida misma, es una invasión progresiva a nuestras regiones con el fin de expulsar a sus pobladores.
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